Esta situación no resulta ser la muestra más clara del rezago de esta nación en adaptarse al progreso de la delincuencia en el área. Tal vez se podría plantear el porqué se llegó a tan altos niveles de delincuencia, sin incluir la parte meramente penal del asunto y limitarlo solo a un asunto de cultura y comportamiento social. Pero en este caso se debe delimitar el problema solamente a lo que ha sucedido con el Poder Judicial.
No es posible que las condenas se sigan limitando a unas cuantas horas y que los robos sigan siendo medidos en función de la cantidad robada, sin tomar en consideración el trauma dejado a las personas y la violencia con que este se realizó. Esto ha permitido que exista una proliferación desmesurada de los asaltos callejeros, los cuales aunque no tienen un índice de violencia tan alto como un secuestro, son los que limitan a las personas en su bienestar social. Este bienestar influye directamente su percepción de seguridad y también de consumo ya que las personas no se sienten seguras de comprar bienes costosos ni de salir a consumir servicios de manera segura. Esto también puede relacionarse con un estrés social que promueve el desarrollo de la violencia y de enfermedades relacionadas con el estrés, además de conductas poco saludables inducidas por la misma tensión social hacia la delincuencia y la violencia.
Es definitivo que esta problemática no beneficia a nadie, excepto a los propios delincuentes y personas relacionadas con actos ilegales, ni siquiera es posible pensar que estos índices de impunidad beneficien a posibles jerarcas corruptos en el actual Gobierno y más bien se ha vuelto un factor que estanca la economía de prácticamente toda la población.
La solución más pronta a esta situación se vislumbra como una luz al final del túnel y para llegar a ella pareciera necesario dejar de discutir posiciones en pro de la humanidad de los delincuentes y actuar en pro de las víctimas, de forma agresiva y poco tolerante hacia los delincuentes. Además de promover una valoración del trabajo realizado por el cuerpo policial el cual a pesar de los escasos recursos realiza una labor ejemplar, mas su esfuerzo se ve inutilizado frente a condenas insignificantes y procesos que hacen perder la credibilidad en el sistema judicial.